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Alimentos benéficos para el intestino (Intestino 7-7)
Alimentos que contribuyen a la limpieza del intestino. Estos alimentos serian como nuestra escoba intestinal, ayudando a arrastrar y limpiar depósitos y materias retenidas en el intestino.
Dentro de ellos tenemos que distinguir los ricos en fibra insoluble e insoluble.
Los ricos en fibra insoluble ejercen una mayor función de arrastre. Estarían indicados en casos de estreñimiento. Estos alimentos son los vegetales ricos en celulosa y lignina como: cereales integrales (arroz, avena y trigo), frutas especialmente naranja, frutas secas y deshidratadas como nueces, anacardos, dátiles; verduras especialmente las de hoja verde como espinacas, acelgas; hortalizas como los puerros.
Alimentos ricos en fibra soluble, este tipo de fibra tiende a embeber agua y forma una especie de película protectora mucilaginosa que protege y repara las paredes intestinales, además de ayudar a formar masa y ayudar a evacuar la materia fecal. Este tipo de fibra posee además otra ventaja, y es la de embeber las sustancias toxicas eliminadas vía biliar hacia el intestino, gracias a su capacidad de absorber liquido y otras sustancias; de modo que los tóxicos metabolizados en hígado y eliminados por la vesícula biliar hacia el intestino, no vuelvan a ser reabsorbidos en el colon y lleguen de nuevo al hígado vía vena porta.
Es muy importante la presencia diaria en la dieta de este tipo de fibra soluble, ya que además presenta una ventaja adicional como es el disminuir la absorción de colesterol y glucosa, lo que contribuye a la prevención de patologías como la enfermedad cardiovascular o la diabetes tipo II.
Esta fibra esta especialmente recomendada en personas con enfermedades inflamatorias intestinales ya que ayuda a reparar y proteger las mucosas intestinales. Son alimentos ricos en fibra soluble; las semillas de lino, semillas de chía, las pectinas presentes en las frutas como la manzana o ciruela, hortalizas como la calabaza, calabacín, cereales como la avena o el centeno, legumbres como las lentejas o judías.- Alimentos ricos en probióticos. Podemos incrementar la siembra en buenas bacterias al comer alimentos fermentados como las verduras fermentadas, el miso, salsa de miso o tamari, el natto, quesos de cabra a partir de leche no pasteurizada, yogur o kéfir de cabra ecológicos y aún mejor kéfir de agua, la kombucha…
- Alimentos ricos en prebióticos. Un prebiótico es un carbohidrato no digerible, que tiene la capacidad de favorecer el crecimiento de dichas bacterias beneficiosas, es decir son el alimento de las bacterias. Son las fibras solubles que contienen ciertos alimentos como el calabacín, ajo, coliflor, cebolla, calabaza, remolacha, alcachofas y pectinas de las frutas:
- Alcachofas y achicoria: contienen inulina (polisacárido de fructosa).
- Legumbres, patata y boniato: contienen rafinosa y estaquiosa.
- Ajo, cebolla y puerro: con derivados de inulina y frutooligosacáridos.
- Trigo, avena y cebada: poseen inulina.
- Espárrago: posee frutooligosacáridos.
- Frutas: manzana, membrillo, ciruela, papaya, pera y plátano madura.
La ingesta de estos alimentos apoyan la salud del organismo, ya que al ser alimento de la flora intestinal contribuyen a potenciarla y ello conlleva todos los beneficios anteriormente citados: se disminuye el riesgo de sufrir infecciones intestinales, prevención del estreñimiento e incremento de las defensas.
Cuando comemos alimentos ricos en prebióticos, las bacterias utilizan energéticamente estas fibras que nosotros no hemos sido capaces de digerir, es decir las fermenta a nivel de colon, produciendo ácidos grasos de cadena corta, (ácido láctico y butírico) utilizados como fuente de energía por los colonocitos, lo cual les ayuda a mantenerse en estado saludable.
“La naturaleza posee una determinada sabiduría que forma parte de otra superior. Nuestras aptitudes deben de ser muy poca cosa en comparación con la biosfera de la que constituimos una parte relativamente exigual. Todos nuestros inventos predilectos fueron anticipados por nuestros compañeros (los microorganismos) del planeta. ¿Por qué no el pensamiento? Si la luz fría bacteriana (bioluminiscencia) precedió a la luz eléctrica; si el protista Sticholonche se impulsaba por medio de remos microtubulares a lo largo del Mediterraneo mucho antes que las galera romanas surcaran las misma aguas. ¿Resultaría inverosímil, después de todo, que los simbiontes bacterianos hubiesen creado vías de información tan importantes como la mecánica cuántica o la teoría de la relatividad? En cierto sentido estamos ”por encima” de la bacterias, dado que, al estar formadas por ellas, nuestro poder mental parece representar más que la suma de componentes microbianos. Pero en cierto modo, estamos también “por debajo” de ellas. Como minúsculas partículas de una enorme biosfera cuya esencia es básicamente bacteriana, nosotros junto con otras formas de vida, debemos sumarnos a un cerebro simbiótico que supera nuestra capacidad de comprenderlo o de representarlo fielmente”
(Lynn Margulis y Dorian Sagan, MICROCOSMOS. 1995, Editorial Tusquets)
Herbolario La Ciudadela